Es bien sabido, que la pandemia causada por el COVID-19 ha tenido múltiples efectos en muchos aspectos, no solo en la salud. El sector económico ha sido afectado, derivado de la disminución de la producción en distintos sectores “no indispensables”, lo que ha provocado un “efecto dominó” en términos económicos a nivel global.
Esto provoca desabasto en los insumos, con el consecuente incremento en los precios, y con estos, incertidumbre en las inversiones, por lo que se disminuye el crecimiento económico. Tal es el caso de la escasez en la producción y abasto de semiconductores, lo que ha afectado en la producción industrial: como el sector automotriz, electrónica, etc.
Debido a lo anterior, la producción y exportación de vehículos disminuyó a niveles nunca antes vistos, sobre todo en el ejercicio 2020. Cabe señalar que el 27% del PIB proviene de manufactura avanzada, 90% de la industria manufacturera representa valor exportable, y genera 4.3 millones de empleos.
Aún así, con todo este panorama, México se está reponiendo en este sector, ya que mostró un crecimiento de 16.3% en 2021, y sigue posicionándose como el 7mo. productor a nivel mundial de vehículos automotores.
Entre algunas de las ventajas con las que cuenta la industria en México son: la cercanía con EEUU y Canadá, costos de producción y una mano de obra muy competitiva: además, de sólidos tratados de libre comercio con distintos países.
Por otro lado, encontramos áreas de riesgo, algunas inherentes a lo expuesto anteriormente, tales como la gran dependencia de las exportaciones hacia los Estados Unidos, la disminución en la demanda interna, la inflación elevada de los últimos ejercicios, las altas tasas de interés, así como cambios en las preferencias de los consumidores (vehículos híbridos y eléctricos) y la incertidumbre política; las cuales conllevan a que se ralentice el crecimiento económico mexicano.
RETOS A MEDIANO Y LARGO PLAZO
A mediano plazo, se debe buscar un mayor acercamiento a las industrias metalúrgicas (del acero, aluminio y demás materias primas para la producción de vehículos). Se deben fomentar iniciativas que equilibren la oferta y la demanda, ya que estas, así como la situación geopolítica, son factores de riesgo para las inversiones. Asimismo, y debido a un aumento cada vez mayor en la preferencia por vehículos eléctricos, se debe fomentar el comercio de Litio, siendo este un mineral utilizado principalmente en la producción de baterías. Otro factor a considerar es la des-urbanización: es decir, debido al teletrabajo, inevitablemente cada vez menos personas requieren trasladarse de las zonas periféricas a los centros de las ciudades.
Otro factor a considerar es el socio-económico, ya que el sector de la población de 55 años o más, con una situación económica positiva, muestran una mayor intención de compra de vehículos para uso privado, a fin de reducir su riesgo de contagio y cuidar su salud. Caso contrario, las personas que se han visto afectadas en términos de remuneración, se preocupan primordialmente por temas de salud y no por la compra de un vehículo. Asimismo, se comienza a ver un patrón entre los compradores jóvenes, quienes se inclinan primordialmente a la experiencia “digital”, por lo cual los productores de vehículos deben considerar esto para vigilar y adaptarse a los nuevos hábitos de consumo.
A largo plazo, se deben buscar fuentes alternas para el suministro de semiconductores. Esto porque, durante la pandemia, los proveedores de estos disminuyeron drásticamente su producción, obstaculizando otros sectores, en otras palabras: se debe reevaluar la cadena de suministro.
OPORTUNIDADES EN EL CRECIENTE MERCADO DE VEHÍCULOS HÍBRIDOS Y ELÉCTRICOS
De acuerdo con el “Reporte de venta de vehículos híbridos y eléctricos (a diciembre de 2021, 4 de marzo de 2022)”, las ventas de estos, alcanzaron un 2.4% del total de unidades vendidas, mientras que al cierre de 2021 llegaron al 4.6% del total.
Aunque este sector aún tiene una baja participación y representa mucho trabajo por hacer, la preferencia por este tipo de vehículos está al alza, en comparación con los últimos años. Pero si se está observando esta inclinación por dichos vehículos, ¿por qué este sector no ha logrado siquiera acercarse a su potencial?
Principalmente son tres causas:
- Aproximadamente un 60% de los vehículos ligeros en circulación, pertenecen a la categoría de compactos y subcompactos, de los cuales solamente hay disponibles con unidades de combustión interna, mientras que un vehículo híbrido o eléctrico tiene un costo desde los 500 mil hasta más de 3 millones de pesos.
- Falta de incentivos. Aunque el ahorro en combustible y pago de verificación ya son buenos motivos para voltear a mirar hacia las nuevas tecnologías en la industria automotriz, aún no hay buenos programas de financiamiento (leasing) y beneficios fiscales que incrementen el atractivo de estos.
- Infraestructura. Aún falta mucho para que existan centrales de carga para vehículos eléctricos, en comparación con las estaciones de combustibles fósiles. Las soluciones actuales son insuficientes y costosas.
EXPECTATIVAS EN LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ EN MÉXICO
Si bien hay un crecimiento importante en este año con respecto a los dos anteriores, aún falta mucho para lograr el beneficio económico que se había alcanzado hasta 2019, y requiere de la participación tanto de la iniciativa privada como del gobierno para lograr establecer un equilibrio entre los distintos sectores, consolidar las cadenas de producción, lograr una planeación eficiente y promover políticas que faciliten la expansión de la industria y a la vez den certidumbre e incentiven al consumidor. De esta forma, este sector, que es tan importante en el país, llegará a niveles mayores, en términos económicos y de calidad
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