Desentrañando la Sequía en México, más Allá de lo Climático, un Análisis de sus Impactos Socioeconómicos.

En el vasto territorio de México, la sequía emerge como un desafío crítico, extendiendo sus raíces más allá de meros fenómenos naturales para infiltrarse en los tejidos sociales y económicos, especialmente en las regiones del norte donde este fenómeno adquiere una presencia recurrente. Este artículo se propone analizar con detenimiento las sequías, no solo como eventos naturales, sino como consecuencias de factores sociales, como políticas de gestión del agua deficientes y falta de infraestructura. Con un enfoque que va más allá de las manifestaciones climáticas, exploraremos cómo la sequía se convierte en un complejo problema interconectado con dimensiones sociales y económicas en México.

Por tanto, este artículo se enfoca en realizar un análisis más meticuloso para no entender las sequías como meras consecuencias naturales, sino como factores sociales, incluidas políticas de gestión del agua deficientes y falta de infraestructura, todos estos factores contribuyen a la problemática.

Un fenómeno climático como “La Niña“, que recientemente se prolongó por tres años consecutivos, culminando en el 2021 con la sequía más devastadora que México ha enfrentado desde el año 2012. Este agravamiento se ve influenciado también por factores antropogénicos como la deforestación y la urbanización acelerada, junto con los impactos cada vez más evidentes del cambio climático que alteran los patrones habituales de precipitación.

A diferencia de otros desastres naturales, cuyo impacto en la actividad productiva puede ser inmediato y evidente, las sequías presentan un desafío diferente: su efecto sobre la economía puede ser gradual, manifestándose a través de la reducción en la disponibilidad de agua, por lo que, repercute negativamente en el bienestar de la población y en la dinámica económica del país.

Ante la posibilidad de que estos episodios de sequía se intensifiquen y prolonguen, las implicaciones para la calidad de vida de los mexicanos y para la actividad económica nacional podrían afectar progresivamente. Explorando la situación actual de la sequía y los recursos hídricos en México, poniendo especial énfasis en su deterioro reciente, y examinando las potenciales repercusiones económicas de futuros episodios severos de sequía bajo diversos escenarios.

No obstante, es importante hacer hincapié en que existe una diferencia entre la sequía y la escasez de agua, aunque a menudo se usan indistintamente, reflejan conceptos distintos; la primera es un fenómeno natural de las precipitaciones que restauran los niveles habituales de los cuerpos de agua, mientras que la segunda puede continuar existiendo independientemente de las condiciones climáticas, incluso sin la presencia de una sequía.

Así, la escasez se origina por prácticas humanas, resultando de la extracción y uso de agua en volúmenes superiores a su capacidad de recarga y a la cantidad disponible. Este desequilibrio se debe a las actividades humanas que sobrepasan la capacidad natural de reposición de los recursos hídricos.

La sequía se categoriza en tres formas principales: meteorológica, agrícola e hidrológica. Cada una de estas categorías ayuda a determinar el inicio, el final y el nivel de gravedad de la sequía. La raíz común de todas estas variantes es la reducción de precipitaciones:

  • Meteorológica: Se define por un periodo prolongado de ausencia o disminución de precipitaciones pluviales.
  • Agrícola: Ocurre cuando la humedad del suelo es insuficiente para satisfacer las necesidades de los cultivos.
  • Hidrológica: Se caracteriza por la reducción en los niveles de agua de ríos, lagos, embalses superficiales y subterráneos debido a la falta de lluvias.

^ México

De acuerdo con Cerano, en México, las sequías ocurren en promedio “cada 20 años”, estas pueden durar en promedio de uno a tres años, y termina cuando las lluvias regresan y se recupera el índice normal de precipitación y se restablece el funcionamiento de los cuerpos de agua.

Salinas argumenta que, México es un país vulnerable a las sequías porque gran parte del país (52%) está clasificado como árido o semiárido. Por ende, estas regiones son más propensas a experimentar sequías debido a que son áreas de baja precipitación anual (un mes en zonas áridas y de uno a tres meses en zonas semiáridas). Esta situación hace que las sequías ocurran con más frecuencia y aumenta la tensión sobre los recursos hídricos disponibles cuando se presentan.

Entre 2010-2012, México experimentó un intenso periodo de sequía, en 2013 se implementó un sistema institucional y normativo dedicado a abordar los efectos de este fenómeno, otorgando a la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) la autoridad para promulgar disposiciones generales en contextos de crisis por sequía.

Como resultado, se le atribuye la evaluación de diversos índices hidrometeorológicos y la condición de los recursos acuáticos, CONAGUA supervisa la situación de las sequías en cada municipio del territorio, clasificándolos de acuerdo a un sistema establecido, presentado en el Cuadro 1. Si se identifica la existencia de sequías severas, extremas o excepcionales, se puede proclamar un estado de emergencia.

Asimismo, México está organizado en 26 Consejos de Cuenca, los cuales implementan estrategias específicas ante la sequía, detalladas en los Programas de Medidas Preventivas y de Mitigación de la Sequía (PMPMS).

Estos programas reconocen un estado de sequía cuando el consumo de agua excede notoriamente su disponibilidad, y las acciones correctivas buscan equilibrar la demanda de agua con el déficit de suministro (acorde con la categorización de CONAGUA; Cuadro 1), dando prioridad al acceso al agua para fines domésticos o públicos, agrícolas y pecuarios, industriales, ecológicos y de ocio.

Durante la primera mitad de febrero de 2024, México experimentó una serie de fenómenos climáticos que incluyeron el paso de tres frentes fríos y la formación de tres tormentas invernales, influenciadas por la interacción de las corrientes en chorro polar y subtropical. Estos fenómenos, junto con fuertes vientos del norte y áreas de baja presión, además del aporte de humedad de los mares, causaron más lluvias de lo habitual en ciertas áreas del noroeste, noreste y algunas zonas del oeste del país.

Estas precipitaciones resultaron beneficiosas en la reducción de las áreas afectadas por la sequía excepcional (D4) en Durango, la sequía extrema (D3) en Sonora y las condiciones de sequedad (D0) en zonas de Zacatecas, San Luis Potosí, Jalisco y Colima. No obstante, la ausencia de humedad y el dominio de aire cálido generado por un sistema anticiclónico condujeron a un aumento en la incidencia de sequía en ciertos municipios de Coahuila, Nuevo León, Chiapas y Tabasco.

Fuente: Elaboración propia con base en CONAGUA, Diario Oficial de la Federación (DOF) y PMPMS de cada Consejo de Cuenca.

Al 15 de febrero de 2024, el porcentaje de territorio mexicano afectado por sequías moderadas a excepcionales (D1 a D4) se situó en el 59.86%, una cifra ligeramente inferior al 60.45% registrado al cierre de enero del mismo año. Esto refleja una dinámica compleja en la que, aunque algunos estados vieron alivio en sus condiciones de sequía gracias a los fenómenos meteorológicos recientes, otros enfrentaron un incremento en la severidad y extensión de esta problemática.

Desde 1980, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés) calcula que hay al menos diez lugares en esta área donde podrían ocurrir conflictos por el agua. Esto se observa especialmente en los países de Medio Oriente, pues, son considerados como una zona desértica y altamente conflictiva por múltiples aspectos nacionalistas, políticos y religiosos, lo que genera una mayor controversia por el agua entre estos países.

Las estimaciones de los expertos indican que el reto a futuro es poder abastecer las demandas de agua de las grandes ciudades por el hecho de que hoy en día muchas de ellas ya tienen un acentuado déficit hídrico.

Como es el caso de la ciudad de México, el cual a lo largo de su historia ha padecido constantes episodios de escasez debido a su acelerado crecimiento demográfico, siendo incapaz de satisfacer las necesidades de agua de la población con sus propios recursos, por lo que en varios momentos ha sido necesario buscar nuevas fuentes de agua con que abastecerla.

Eventualmente en nuestro país se implementará la desalinización, ¿qué tan lejano está ese futuro? Eso dependerá no de la falta de conocimientos ni de recursos económicos o tecnológicos, dependerá de la voluntad política de los gobernantes y del tiempo que tarde en establecerse un cambio paradigmático respecto a la vulnerabilidad del agua en nuestra sociedad. – Miguel Esparza (2014).

De acuerdo con Pineda (2010), se anticipa que, la demanda de recursos hídricos seguirá en aumento, ya que se proyecta que para el año 2040 la población alcance los 123 millones de habitantes en toda la nación.

Por tanto, es importante resaltar las consecuencias de la sequía, y cómo afecta el aumento del precio del agua sobre el valor de determinados productos y servicios. Por ejemplo, los insumos agrícolas que experimentan obstáculos en sus ciclos de producción debido a problemas en la provisión de agua o a adversidades meteorológicas, en consecuencia, suelen experimentar un incremento en sus precios.

En conclusión, la sequía en México se revela como un fenómeno multifacético, donde lo natural se entrelaza con lo social y lo económico. Las políticas de gestión del agua, la deforestación, la urbanización y los efectos del cambio climático convergen para dar forma a una crisis que va más allá de la mera reducción de precipitaciones. Como se observa en las estrategias implementadas por la CONAGUA y los Consejos de Cuenca, abordar la sequía implica un enfoque integral que combine medidas preventivas y correctivas. El reciente alivio en algunas áreas y la intensificación en otras resaltan la dinámica compleja de este desafío. Ante la creciente demanda y la proyección de un futuro con más episodios de sequía, México enfrenta la urgencia de repensar sus prácticas de gestión del agua y adoptar estrategias sostenibles para garantizar la resiliencia ante este fenómeno en evolución.


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