La Mujer en el Comercio Exterior y la Economía

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A lo largo de la historia, las mujeres han atravesado diversas dificultades para lograr introducirse en las esferas del conocimiento y en las dinámicas económicas, esto derivado de los roles de género y las implicaciones que éstos han tenido sobre las sociedades.  La mujer

Con el progreso global y el auge de la lucha feminista, las asimetrías de género se han convertido en una de las principales preocupaciones por atender, consolidando uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para 2030: la igualdad de género. Por supuesto, supone tomar acción en diferentes dimensiones, como en la educación, salud, violencia y economía, entre otras. Sin demeritar a los otros campos, las acciones en la última dimensión destacan por promover la autonomía económica de las mujeres, lo que en algunos casos puede facilitar la salida de una situación de abuso o dependencia a otra persona, conllevando a la mejora de su calidad de vida.

Además, impulsar la solución de problemas como la brecha salarial, la baja participación de la mujer en el mercado laboral y las barreras que enfrentan las mujeres empresarias en la inserción a los mercados (por sólo mencionar algunos), potenciaría el crecimiento económico y el desarrollo de un país en general.  En particular, el comercio es una de las actividades que cobra especial atención, ya que es uno de los subsectores que concentra empleo femenino. La mujer

Si bien, en los últimos años las instituciones y gobiernos mundiales se han esmerado por contribuir al objetivo de la igualdad de género desarrollando programas sociales y creando nuevos indicadores para medir resultados, aún falta mucho por hacer en materia estadística. La desagregación de datos económicos y comerciales por sexo proporciona información relevante para el diseño de herramientas que realmente auxilien en la consecución de objetivos de igualdad, pero actualmente no hay muchas variables que sean analizadas de esta forma. La mujer

Por ello, hay información que no es lo suficientemente específica o indicadores que solamente son de naturaleza cualitativa, aunque se debe resaltar que recientemente se han renovado compromisos globales por cooperar en la estructura de bases de datos desagregadas por sexo.  Tomando en cuenta estos aspectos, a continuación se abordarán algunos rasgos sobre la situación actual de las mujeres en la economía y en el comercio exterior, desde una perspectiva nacional, regional y global; a reserva de la disponibilidad de la información. La mujer

PRESENCIA DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR

Según el Estudio de Diagnóstico “Empoderamiento Económico: Participación de las Mujeres Empresarias en el Comercio Exterior en Chile y México” realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2017, que tomó de muestra a 471 empresas mexicanas propiedad o lideradas por mujeres, se reportó que sólo el 12% exportó periódicamente y 8% había exportado en el pasado. No obstante, el 57% expresó que, aunque no exportaba, tenía interés por hacerlo; pero el 23% restante manifestó que no exportaba y no tenía interés en hacerlo. La mayoría de las empresas exportadoras fueron medianas y grandes empresas con más de 5 años de experiencia, únicamente el 6% ellas eran microempresas, las cuales declararon tener menos de un año de experiencia en ello. La mujer

Los principales destinos de exportación de estas empresas fueron los Estados Unidos (39% de sus exportaciones), Japón (8%) y Alemania (7%). Alrededor del 75% de las empresas que exportaban periódicamente indicaron exportar a 3 países o menos, mientras que el 10% lo hicieron a 5 países o más. En realidad, los resultados del estudio sugieren que las exportaciones no llegaron a ser un ingreso significativo, en la mayoría de los casos conformaban menos del 10% de sus ventas totales; solamente una cuarta parte de las empresas encuestadas tuvieron una participación mayor al 51% de exportaciones en sus ventas anuales.

Un estimado del Foro Económico Mundial (mencionado en Pro Magazine, 2020) indica que sólo 1 de cada 5 empresas exportadoras están a cargo de una mujer. No obstante, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC), en su informe conjunto “Las mujeres y el comercio: el papel del comercio en la promoción de la igualdad de género” (2020), refieren que las empresas que realizan actividades de comercio internacional emplean a más mujeres, ya que en los países en desarrollo, el género femenino representa el 33.2% de la fuerza de trabajo de este tipo de empresas; en oposición de las no exportadoras que emplean al 24.3% y de las no importadoras que cuentan con una planta femenina del 28.1%.

Así mismo, en el análisis también se indica que las mujeres tienen mayor presencia en las empresas que participan en cadenas de valor mundiales (36.7% de la fuerza de trabajo, 10.9 puntos porcentuales más que las empresas no vinculadas a las CVM) y en las empresas que son de propiedad extranjera (37.8% de la planta, 12.2 puntos por encima de las nacionales). De igual forma, se hace referencia a que la medida que los países se especializan en actividades comerciales y CVM más complejas, la proporción de mujeres en la planta laboral aumenta. Como se puede ver la diferencia entre la participación femenina del 39% en el sector de productos básicos y la del 46% en actividades innovadoras; y al mismo tiempo, la brecha salarial disminuye en el mismo sentido. Por último, se resalta que, a pesar de que la proporción de empresas pertenecientes a mujeres aumenta a medida que lo hace la complejidad del comercio, las empresas exportadoras propiedad de mujeres conforman menos del 4% del total de empresas de países avanzados en manufactura y servicios (BM y OMC, 2020). De hecho, las empresas con presencia internacional fundadas por mujeres son poco frecuentes y suelen dedicarse menos al comercio en contraste a las fundadas por hombres.

BARRERAS QUE RESTRINGEN A LAS MUJERES DEL COMERCIO EXTERIOR

Ahora, ¿cuáles son los aspectos que limitan a las mujeres de incursionar en el comercio exterior? Según entrevistas a mujeres empresarias realizadas por el BID (2017), algunos de los obstáculos principales son:

  • Dificultad para construir una red de contactos y socios comerciales en el extranjero: El no contar con una red complica la obtención de información y de oportunidades, lo que puede a su vez puede complicar el desarrollo de procesos necesarios para comerciar.
  • Acceso a la información sobre el mercado internacional: La información sobre las dinámicas externas es difícil de conseguir y los estudios de mercado son costosos, pero son cosas esenciales si se quiere comercializar un producto en el exterior.
  • Acceso a financiamiento: El acceso a financiamiento y a capital de trabajo es crucial para promover el crecimiento de un negocio; sin embargo, las MIPYMES son el sector de empresas que tienen mayor dificultad para conseguirlos, y precisamente, son los tipos de empresas que predominan en la propiedad y trabajo de las mujeres.
  • Acceso a servicios de desarrollo empresarial y capacitación formal: Muchas mujeres consideran que una dificultad grande es el no tener información clara y confiable acerca de los requerimientos para importar o exportar, ya sea en tiempos, costos, trámites o autorizaciones.
  • Balance de la vida profesional y la vida familiar: Las mujeres son las que más tiempo dedican al trabajo no remunerado, las actividades del hogar y al cuidado de los hijos, lo que les resta tiempo para dedicarse al desarrollo de sus negocios.

Estos factores, aunados a la falta de apoyo institucional, los altos costos de la actividad y el desconocimiento sobre la posibilidad de exportar los productos o servicios, han retenido a las mujeres de acceder al mercado internacional, o en otros casos, las han desalentado para intentarlo.

Adicionalmente, muchas mujeres atraviesan situaciones que no las dejan incorporarse no sólo al comercio, sino también al mercado laboral. Aunque entre las razones por las que las mujeres desempleadas no buscan trabajo se encuentra la falta de escolaridad o experiencia y razones del mercado (está esperando una respuesta de un empleador o no hay demanda para su profesión u oficio); lo cierto es que las razones de mayor peso son por motivos de género, ya sea por embarazo, cuidar a alguien del hogar, que no la deja un familiar o por discriminación laboral.

¿QUÉ BENEFICIOS TRAERÍA LA INCLUSIÓN TOTAL DE LA MUJER EN LA ECONOMÍA?

En primera instancia, es sustancial contextualizar el papel de la mujer en la economía mexicana.  A marzo de 2022, INEGI reporta que en el tercer trimestre del 2021 se estimó que había 127.8 millones de personas en el país, de las cuales el 52% eran mujeres (66.2 millones). A su vez, 51.7 millones de mujeres (78%) reportaron tener 15 años o más, y 4 de cada 10 de ellas indicaron ser parte de la Población Económicamente Activa. El 96% de la PEA femenina (alrededor de 21.8 millones) reportaron estar ocupadas, el 56% de ellas en la informalidad; preponderaron las actividades comerciales (26%), las manufactureras (16%) y las de servicios sociales (13%). Según los Censos Económicos de 2019 (INEGI, 2022), el país contabilizó 1.6 millones de MIPYMES propiedad de mujeres (36% del total de establecimientos) que emplearon a 2.9 millones de personas (24.7% del personal ocupado), y concentraron el 9.9% de las remuneraciones, 15.1% de la producción bruta y 17.6% de los activos fijos. Resalta que el 52% de estas empresas se dedicaron al comercio, mientras que la proporción de MIPYMES propiedad de hombres fue del 38%.

De acuerdo con cifras del INEGI, se considera que las mujeres constituyen un 65.2% del PIB nacional (Forbes, 2021), algunas son jefas de hogar y otras no, pero la gran mayoría son tomadoras de decisiones. Incluso, se estimó su trabajo no remunerado del hogar contribuyó con el 16.8% del PIB en 2019 (INMUJERES, 2022), este trabajo comprende actividades domésticas y cuidado de personas, y las mujeres invierten en este más del doble de tiempo que los hombres. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), emitió un boletín en marzo de 2021 en el que aborda distintos puntos acerca del potencial crecimiento que podría experimentar la economía mexicana si procurara la inclusión de la mujer al mercado laboral al menos a la tasa de participación promedio de los países de la OCDE (que fue de 56% en 2019). Señaló que si 8.2 millones de mexicanas ingresaran al mercado laboral, “el crecimiento del PIB en los próximos 10 años sería equivalente a 3.5 billones de pesos adicionales, significando un incremento real acumulado de 15% del PIB de 2020” (p.2), esto a través de mayores ingresos y ahorros atribuibles a las mujeres, y el incremento en la recaudación fiscal.

Diversos estudios sugieren que las mujeres se benefician menos del comercio que los hombres, debido a la naturaleza de las actividades que concentran al empleo femenino y el tamaño de las empresas en las que trabajan o de las que son dueñas. Al laborar principalmente en el sector servicios o en microempresas, los efectos que conlleva la liberalización comercial pueden no ser benéficos si la actividad o empresa no es lo suficientemente competitiva.   [i]Empero, esta perspectiva no es para nada general. En realidad, el mundo globalizado de hoy en día y el escenario altamente competitivo del comercio mundial contraen la posibilidad de discriminación de la mujer, pues su mano de obra es necesaria y resulta fundamental para las industrias de exportación que tienen importantes tasas de empleo femenino; como refiere el Banco Mundial y la OMC (2020): “En un mundo integrado, la presión competitiva generada por el comercio aumenta el costo de la discriminación contra las mujeres. Los países que no permiten a las mujeres participar plenamente en la economía son menos competitivos a nivel internacional”

El comercio también favorece a la igualdad económica, ya que tiene un impacto positivo en los salarios y en la creación de empleos formales para las mujeres. Acorde a la misma fuente previamente mencionada, se calcula que de duplicarse las exportaciones de manufactura (por la apertura comercial), los salarios totales del sector suben en promedio 5.8 puntos porcentuales; además de que el comercio en sí, disminuye la probabilidad de que una mujer labore en la informalidad. Los mayores ingresos para las mujeres se traducen en el aumento del bienestar para ellas y sus familias, suscitando círculos virtuosos y la ampliación de su derrama económica. Un estudio del McKinsey Global Institute (aludido en BID, 2017), asevera que, si hubiera equidad en la participación económica de hombres y mujeres, esto lograría impactar en el crecimiento mundial de tal forma, que el PIB global aumentaría 11% para el 2025 (la región de América Latina y el Caribe podría aumentar hasta 14%), e incrementaría la productividad de las economías hasta en un 25%.

T – MEC

De acuerdo a SheTrades (2022), plataforma creada como un proyecto del ITC, la región del Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá tiene calificaciones altas en los indicadores de inclusión de género. Se considera que, en conjunto, incluyen asuntos relacionados al comercio en sus políticas o planes de acción para la equidad de género y el empoderamiento de la mujer; y que a pesar de que no todas las autoridades del comercio han sido capacitadas en materia de género, sí hay una división que se enfoca en cuestiones de comercio y género.

En concreto, el T-MEC contiene puntos referentes a la equidad de género en los capítulos:

  • Materia laboral: No discriminación y no acoso o violencia.
  • PyMEs: Especial promoción de los grupos sub-representados como las mujeres en el aprovechamiento de las cláusulas estipuladas, como la infraestructura de apoyo, financiamiento, las redes de información y los programas de integración a las cadenas de suministros.
  • Competitividad: El Comité de Competitividad toma como una preocupación clave el apoyo a la participación de las PyMEs y las empresas de mujeres.

 

 


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